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LA ELECCIÓN, SIN ELECCIÓN.

Como si fueran dignos de admiración, los partidos políticos se pasearon frente a nosotros durante dos meses, que parecieron asfixiantes años. Nos queda la certeza de su inutilidad, de su aplanada homogeneidad, de su mal ejemplo. Nos perturba el saber que son clones de nuestros cromosomas. También recordaremos a miles de codiciosos, que fueron candidatos con la esperanza de pegarle al gordo de la lotería e inflarse con nuestro dinero.
En su enésima escisión, los tres grandes se dividieron para crear nuevos partidos, o simplemente para intercambiar o exportar candidatos. Los nuevos partidos, son a imagen y semejanza de sus progenitores, y nada nuevo aportan, pues el discurso y los sonsonetes son los mismos.
Los ambiciosos candidatos tuvieron que bregar en la miseria, pues las cúpulas de los partidos como es natural, se apropiaron del dinero que la ley les concede, pero que mafiosamente el INE entrega a las dirigencias rateras. El INE por su parte se comportó como si fuera el undécimo partido político, y se sumó felizmente al latrocinio y a la mendacidad.
En el México convertido en casino, todos perdemos, menos los líderes de los partidos, el INE y el gobierno que manejan la trampeada ruleta. Nada cambia para nosotros los electores, que o se abstendrán en masa la mayoría o anularemos nuestro voto, escribiendo sobre la boleta mexicanísimos recordatorios a las progenitoras de los líderes partidistas (¿No Habrían podido parir hijos decentes? ¿Qué les costaba?) .
Para las dirigencias de los partidos y para los candidatos pluris amarrados, el sacrificio consistió en soportar las injurias, a sabiendas del premio al desprestigio: Los jugosos cheques del erario nacional. Para los candidatos “independientes” hijos disidentes de los partidos tradicionales, la aventura les dejó al menos unos centavos, que ellos sí, recibieron directamente del INE.
En fin, que sin ideas de ninguna especie, ni proclamas ardientes y ni siquiera tibias, y sin novedades o curiosidades de ninguna especie, salvo la del “Bronco” en Nuevo León, los partidos políticos salieron en pasarela de prostíbulo de mala muerte a exhibir sus míseras carnes, ante un público aburrido e impaciente, irritado por los cortes a la telenovela del momento.
Por su parte los dirigentes de los partidos que seguirán en la pasarela, gritarán de júbilo al confirmar que continuarán lucrando y que algunos aspirantes a roer el mismo pastel, quedarán fuera del festín.
A final de cuentas, como ya es costumbre, el presidente invitará a a algunos anulistas a los Pinos, como hace seis años lo hizo Felipe Calderón, y acordarán algunas reformas, pero las harán tan inviables y banales que terminarán como siempre, en otro cuento chino, y a nosotros nos jugarán por enésima vez el dedo en la boca.

Por Antonio Limón López

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