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NACIÓN DE IMPOSTORES

Leo “El impostor” de Javier Cercas, un libro clasificado como de “no ficción”, sobre la doble vida del barcelonés de nombre Enric Marco, nacido en 1921 y que hoy, a sus 94 años goza de cabal salud, física y mental. Enric Marco sobrevivió a su azarosa vida real, pero además es un superviviente de su otra vida, una vida irreal, imaginaria y sin duda alguna fantástica.
A partir de 1978, a un año de que España naciera como democracia, Enric Marco nació rumbo a la gloria de ser la encarnación del héroe superviviente de la derrota repúblicana a manos del franquismo, de la resistencia anti facista de Barcelona, de pertenecer a la heróica Unión de la Juventud Antifascista, para continuar su incansable lucha en Francia hasta que fue detenido por la policía de Petan y entregado por el gobierno títere de Vichy a los nazis y deportado al campo de concentración de Flossenbürg, hasta que fue liberado en 1945, e infatigable apenas regresó a España siguió luchando en la anarquista Confederación Nacional del Trabajo. Con la democracia y al conocerse los detalles de su vida, Enric Marco se convirtió en héroe del obrerismo, del sindicalismo y en la prueba viviente de denuncia contra el holocausto, el franquismo y la dictadura. Era un extraordinario conferencista, fuerte e incansable, a tal extremo que dirigió y presidió la asociación de supervivientes españoles "Amical de Mauthausen", hasta que el 1 de mayo del 2005 se descubrió que su pasado no era cierto, que todo era una impostura, una farsa, una simulación.
Mientras escribo esto, en Estados Unidos Steve Burke, director ejecutivo de NBC Universal, emitió un boletín donde reconoce que el mas destacado presentador de noticias Brian Williams “… ha puesto en peligro la confianza que millones de estadounidenses han depositado en NBC News”, “Sus acciones son inexcusables e inapropiadas, y esta suspensión (seis meses fuera del aire) es severa y apropiada. Como director y presentador de Nightly News, Brian tiene la responsabilidad de ser veraz y mantener los más altos estándares informativos de forma permanente”. Resulta que el “anchormen” se permitió unas exageraciones sobre su participación en un reportaje en Oriente Medio, donde supuestamente el helicoptero de la Marina en que viajaba fue objetivo de un par de proyectiles tierra aire, que apenas fueron eludidos. Otro mentiroso.
No son los unicos falsarios, recurdo el caso de Stephen Glass, que escribió decenas de reportajes en la prestigiosa revista “The New Republic” y el de Jayson Blair que publicaba en “The New York Times”, cuando en realidad ambos plagiaban con gran descaro a autores menos afortunados, pero veraces y talentosos. Este par de casos no amerita mayores comentarios, simplemente son unos plagiarios vulgares. 
En el caso de Brian Williams, el éxito no le bastaba, quería disfrutar de otro tipo de admiración, la que despierta el héroe, el valiente que surge de entre la multitud anónima y toma riesgos mortales, como el de abordar un helicoptero de combate en zona de guerra y sobrevivir a un ataque con proyectiles "tierra-aire" lanzados contra ellos, solo para llevar la noticia a la casa del público norteamericano confortablemente acomodado en sus sillones, algo francamente hollywodesco, falso sí, pero aderezado con datos precisos, tomados de experiencias de verdaderos valientes y de los archivos cinematográficos de la industria filmica norteamericana.
En el caso de Enric Marco, su realidad era muy pobre, tenía la edad correcta, estuvo en los lugares correctos, pero no tuvo el valor de los héroes y vivió, sobre vivió como otros millones, hasta que llegó la hora de los vencidos, y a que gracias a su salud de hierro, a su imaginación desbordada, a su conocimiento de historia y a la ausencia de verdaderos supervivientes que supieran hablar en público, que pudieran recordar lo que sufrieron, Enric Marco se asumió como el héroes por excelencia y a cambio por este servicio de divulgación de lo que realmente sucedió, aunque a él no lo ocurriera, de lo que realmente sufrieron, aunque él no lo sufriera, tomó los reconocimientos, los premios, los dineros de las conferencias (miles) que dictó. Sus dedos señalaron a los culpables con mayor contundencia y precisión que los testigos verdaderos, pero era un mentiroso.
Enric Marco alega que su impostura fue para dar voz a quienes por su edad o salud carecen de ella (los verdaderos supervivientes), para divulgar lo que las nuevas generaciones no saben, han olvidado o no los interesa, para darle a la historia un matiz personal y por ende hacerla interesnte, darle vida, emoción drama. Para Javier Cercas, su biografo en “El Impostor”, algo hay de ello, incluso algo de quijotesco, pues para Alonso Quijano la realidad no le bastaba y entonces asumió su propia fantasía.
En España y Estados Unidos, los casos de estos impostores han despertado indignación, Enric Marco mostró la pobre fortaleza del conocimiento histórico en España sobre hechos supuestamente ya sabidos y reconocidos, acaso puso en duda hasta los hechos mismos y Brian Williams simplemente es un frivolo en el medio mas anti frivolo del mundo, el de la seriedad noticiosa de Estados Unidos.
Para los mexicanos ambos casos o todos los casos de simulación nos tienen sin cuidados, porque somos incapaces de indignarnos con algo que se practica a diario en todas las esferas de nuestra vida, algo que de tan común es trivial, todos nuestros presentadores de noticias (anchormen) son unos pillos que mienten por privilegios y dinero, las cadenas de televisión utilizan descaradamente a sus propios programas noticiosos para apuntalar sus negocios, sus concesiones, y para vender a precio de oro la información a quien mejor pague, sin siquiera mostrar el minimo pudor, para nosotros los mexicanos eso no es materia de agravio, es lo mas natural, a final de cuentas, nuestros gobernantes, nuestros líderes políticos y hasta nuestros héroes oficiales son idolos con pies de barro, viles lacayos de fuerzas que los movieron como peones de ajedrez, asesinos que escaparon a las rejas del presidio y a cambio obtuvieron la silla presidencial, rateros vulgares, hampones de poca monta y gran fortuna.
¿A quien le indigna en México descubrir que un gran periodísta, sí ese, aquel o el otro, el que sea, sea un vil mentiroso? Esa indignación es para otros pueblos, para aquellos dotados todavía de la necesidad de verdad y por ello de capacidad de indignación ante la falsedad, sí para ellos, pero no para nosotros los mexicanos.

Por Antonio Limón López
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