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EL SNTE, INFECTADO POR UN VIRUS MORTAL


La esencia de cualquier sindicato radica en la capacidad para defender el trabajo de sus agremiados, si el sindicato pierde la capacidad para defenderlos, entonces ya no es sindicato  y será otra cosa, acaso una sociedad mutualista, un club social, una asociación civil, un ombudsman,  un lugar de reuniones o mas probablemente una cantina, es decir o desaparece o tendrá que transformarse en cualquier cosa, pero ya no será un sindicato.
La reforma al artículo tercero constitucional presentada por el presidente Peña Nieto, contiene entre sus párrafos el virus que podría dar muerte al todavía poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pero hay que aclarar que no es uno de esos virus fulminantes como el Ebola que mata en cuestión de horas, sino que por el contrario, es de aquellos que matan poco a poco, primero minando la delicada estructura de las células que defienden al sistema inmunológico, hasta que éste es debilitado totalmente a lo largo de muchos años o decenios, pero finalmente la víctima será vencida  fatalmente por cualquier infección oportunista, incluso una que normalmente sería inocua para cualquier otro organismo.
Esa es precisamente la forma de actuar del virus que se le quiere inocular al SNTE y que mataría de la misma manera a cualquier otro sindicato de maestros de las escuelas públicas que impartan educación Básica o Media superior. Este virus maligno actuaría contra el SNTE a partir de la creación de la ley reglamentaria de la reforma constitucional, impidiéndole al sindicato defender a sus agremiados maestros que estarán a expensas de ser despedidos en cualquier momento sin importar su antigüedad en el sistema de educación. 
Antes de que hagamos la disección de este virus  mortal, hay que decir que los maestros que actualmente gozan de plaza podrán defenderse alegando que a ninguna ley se le puede dar efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna, lo cual seguramente dará un cierto compás de espera al desenlace fatal para el sindicato, pero de cualquier manera los días del sindicato estarían contados.
Lo primero que hay que tomar en cuenta es que la reforma viral otorgaría (Inciso X, articulo 3ero.) al Instituto Nacional  para la Evaluación de la Educación las facultades plenas para evaluar y por ende, determinar eventualmente que maestros están en aptitud de enseñar y cuáles no, lo que aunado a lo dispuesto por el inciso III, ultimo párrafo, del artículo 3ero, se facultaría a la SEP para que conforme a la ley reglamentaria pudiera despedir a los maestros que según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, no aprueben las evaluaciones que al respecto realice. Esto por si solo sería fatal para el sindicato de maestros, ya que la permanencia de los maestros quedaría exclusivamente en las manos de los burócratas del instituto.  El párrafo dice a la letra en la iniciativa:
“    La ley reglamentaria de este artículo fijará los términos para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio.”
Así que si tomamos en serio este futuro dispositivo constitucional, el sindicato no tendría ninguna injerencia en los derechos esenciales de tipo sindical, ni en el ingreso, ni en la promoción, ni en el reconocimiento y como ya vimos, tampoco en la permanencia de los maestros en el sistema educativo. Esto es la muerte para cualquier sindicato, es quedarse sin motivo para existir, pero en el caso del SNTE su muerte sería larga y penosa, pues la ingeniería del virus diseñado en las oficinas del comité de campaña de Enrique Peña Nieto actuaría lentamente, de la misma manera que en los organismos biológicos actúa el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, devastando la fortaleza del sistema inmune, acabando con las células defensivas sanas una a una, hasta convertir a quien lo padece, en un organismo sin capacidad para defenderse.
No quiero sugerir que el SNTE merezca salvarse o morir de esta fea forma, en eso cada uno de los lectores es juez absoluto, pero esta forma de matar con la constitución política como arma, puede aplicarse a cualquier parte de la organización burocrática del gobierno y tal vez eso sería para bien, sería magnifico que se evaluara a todos y cada uno de los servidores públicos, a los empleados que nos atienden al pagar un impuesto o al recibir una prestación a que tenemos derecho, a final de cuentas todo el gobierno puede evaluarse: los ministerios públicos, los jueces, los carceleros, los cobradores de impuestos, los directores de las empresas que construyen obras, los que otorgan concesiones, los que regalan permisos de casinos, los que distribuyen los apoyos, los partidos políticos y sus prácticas antidemocráticas, el IFE, el IMSS, la CFE, PEMEX, y ya entrados en gastos también deben evaluarse los diputados y senadores, gobernadores y alcaldes,  el mismo presidente de la república, a los embajadores, los operadores de los sistema de retiro y desde luego a las universidades a las cuales, por cierto, el mismo proyecto les otorga total impunidad para que las pandillas que se las apropiaron sigan disfrutando de ellas impunemente.
Es cierto, todo el gobierno y todos los servicios públicos debieran ser evaluados, pero parece  que eso no le importa, ni le interesa, ni al presidente Enrique Peña Nieto, ni al PRI, ni al PAN, ni al PRD, ni a los rectores, ni a los diputados, ni a los senadores, ni a las solicitas ONG’s, ni a la opinión pública, ni a las televisoras, ni a nadie, pues al único que hay que evaluar hasta darle muerte, si es necesario, es al sindicato de los maestros de nivel básico y medio superior, al SNTE, a ese sí. Pero ¿Que hubiera ocurrido si Elba Esther Gordillo Morales hubiera sido tan obsequiosa con el PRI como Romero Deschamp, el hiper corrupto dirigente vitalicio del Sindicato de Pemex?

Por Antonio Limón López

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