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Carta a Mario Vargas LLosa




Distinguido Sr. Mario Vargas Llosa.

Admito que carezco de cualquier pretexto para enviar a usted esta carta, puesto que nunca nos hemos carteado, no nos conocemos y usted es una personalidad del mundo de las letras, de la cultura y de la critica política internacional, tampoco esta en puerta la celebración de algún onomástico para recordar y peor aún, pues a pesar de su indiscutido talento literario, admito que no me gustan ni sus novelas ni los cuentos que ha publicado, no, no tengo pretexto pero a falta de este, tengo una buena y creo poderosa razón para escribir a usted la presente.


Antes de exponer esa buena razón, permítame un preámbulo y recordar que en septiembre de 1990 usted fue invitado por Octavio Paz, su entrañable amigo, al coloquio patrocinado por Televisa (quien a la sazón se autoproclamaba un “soldado del PRI”) “El siglo XX: la experiencia de la libertad” y lo hacía en tiempos de cambio, en particular por la estrepitosa debacle del “Pacto de Varsovia” y de los gobiernos totalitarios que lo sostuvieron, excepto la Unión Soviética que, como ahora sabemos, estaba a unos cuantos meses de su feliz desaparición, no sólo eran tiempos de crisis y cambio para Europa, Cuba fue abandonada a su pobre suerte y el gobierno chino apenas sobrevivió gracias a que aplastó a su juventud libertaria en la plaza de Thian’an’men, y como ahora sabemos, el otrora “imperio celeste” es la última estrella “no-oficial” de la bandera norteamericana. En fin, que el autor de “El laberinto de la soledad” logró convocar al coloquio, gracias a que convenció a todos, con el argumento de que el debate tendría por único tema a la libertad en el mundo, lo que no dañaría para nada a nuestro hipersensible gobierno, pero que le daría gran lustre internacional, pues recibiría a todas las personalidades del momento, tanto de los pueblos recién liberados en Europa, como de las renacientes y revitalizadas democracias latinoamericanas.


En cuanto a los intelectuales criollos de “izquierda” bastaría darles un premio por su oportuno silencio, al fin que toda la izquierda mundial aplaudía “el fin del comunismo real” a manera de “mea culpa” en tanto que los que no se consideraran intelectuales de izquierda, simplemente se regodearían diciendo: “Se los dijimos” e igualmente celebrarían como el "chicharito" Hernández o Hugo Sánchez lo harían, si pudieran anotarle un gol al “barca”; Claro que con estos cálculos, todo el mundo -al menos en México- estaría feliz.


Hasta los más mínimos detalles se cuidaron para que México ingresara por la puerta grande al gran turismo intelectual, nuestros hoteles resplandecían y la ciudad de México se remozó con gran primor, de cualquier manera Televisa tuvo la cautela de transmitir por un canal de paga y no en televisión abierta, “el canal de las estrellas” seguiría con su exquisita programación de bembadas, burradas, telenovelas y aunque me duela decirlo, de fútbol, con esto los mexicanos continuarían con su educación de siervos y el coloquio satisfacería a esa minoría de minorías que disfrutaría los debates del coloquio en santa paz y armonía ¡que bonita familia! Una “tele” para los chamacos y otra para los papis.


Siguiendo en el preámbulo, debo recordarle a usted que el gozo del cielo se cayó al pozo, simplemente porque los intelectuales verdaderos no se someten dúctilmente al martillo del herrero, por hábil que sea, si los coloquiantes hubieran sido los consejeros nacionales de cualquier partido político mexicano de hoy en día, habrían bailado hasta una polca si se les ofreciera a cambio de una diputación, porque por una senaduría, bailarían “el lago de los cisnes” en mallas y de puntitas.


Recordará que cuando te tocó en turno exponer en el coloquio, de manera pasmosamente oportuna definió lo que en realidad había sido y era el sistema político mexicano “La dictadura perfecta” ¿recuerda? Argumentó así "Yo no creo que se pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas. Creo que el caso de México, cuya democratización actual soy el primero en aplaudir, como todos los que creemos en la democracia, encaja en esa tradición con un matiz que es más bien el de un agravante", "México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México, es la dictadura camuflada", "Yo no creo que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándole de una manera muy sutil, es una dictadura sui géneris, que muchos otros en América Latina han tratado de emular, Tan es dictadura la mexicana, que todas las dictaduras latinoamericanas, desde que yo tengo uso de razón, han tratado de crear algo equivalente al PRI".


Pero además agregó algo importantísimo, algo que por si sólo pinta de cuerpo entero a la inmensa corruptibilidad de la intelectualidad mexicana, a la que la dictadura mexicana coptó al precio de algunos premios, sinecuras y embajadas, sin exigirle aparentemente nada a cambio, con lo que a diferencia de todas las dictaduras, la mexicana contó con el apoyo de los intelectuales, digámoslo claramente, de los intelectuales sobornados limpia y eficientemente. Mario, debo decirlo… En un país de medidos, de calculadores, de cuenteros mas que de cuentistas, claro que sus palabras por ciertas y verdaderas levantaron un volcán de falsa indignación y de reproches indignos, pero predecibles.


De inmediato y para sentar jurisprudencia, nuestro poeta egregio, entró al ruedo, pidió la palabra para sustentar lo que llamó "una precisión intelectual” dijo que México no era una dictadura, sino el régimen de “un partido hegemónico” con lo que afirmó falsamente que el PRI ganaba porque ganaba limpiamente las elecciones o porque el ejército no fungiera como policía política, cuando de ordinario secuestraba ciudadanos por razones de conciencia y a las pruebas me remito. Octavio Paz, tampoco se contuvo, pronunció una frase que lo perseguirá siempre, una frase que contiene una inmensa falsedad, que hablando de indignidades, no tenía porque decirla y menos manchar su vida y su indiscutida probidad al pronunciarla, pero así somos y ya ni modo.


Recuerdo y seguramente usted también, otra frase de Paz pronunciada en ese coloquio, esta por el contrario fue una frase de belleza y de sabiduría infinita, capaz de tumbarnos de nuestra cabalgadura como aquella luz que tumbó a Pablo de Tarso en el desierto de Galilea. Al inaugurar el coloquio; Octavio, en su faceta grande y sin mácula, reflexionó en el discurso de apertura “La libertad no necesita alas, necesita raíces”… simplemente impactante, ¡que bárbaro! Hasta aquí, con la grandeza de Paz, damos fin al preámbulo con que iniciamos.


La razón por la que le escribo estas palabras, es porque ahora en México, vemos con gran tristeza que nuestro país sigue siendo, no la “democracia imperfecta” de la que habló en 1992, sino la dictadura perfecta, la misma vil y descarada dictadura que descubrió al mundo en 1990, la cual había sido vencida aparentemente a fuerza de votos, de libertad de expresión, de apertura de los medios de comunicación y del renuevo generacional, donde los viejos inoculados por la enfermedad de la castración intelectual cedieron ante sus hijos egresados de Harvard, que llegaron desde el Norte vestidos con trajes de Musacchio y de Valentino, con “Ipod”es conectados a sus orejas, hablando de economía y de “gadgets”, presumiendo sus estudios especializados en economía y desde luego también hablando de economía y de más economía, cuando no de simples sandeces.


Hoy no es necesario sobornar para coptar al intelectual mexicano, simplemente porque ya no existe, se extinguió, ahora las embajadas son para los analfabetos funcionales de nuestros políticos que quieren cultivarse, creyendo que lo lograran comiendo tapas en Madrid o exponiéndose a que los atropelle un “citroen” en el barrio latino de Paris, porque no leen ni en español y menos en francés, ¿quién se pondrá los zapatos de Octavio Paz en Nueva Delhi? Nadie, ¿Quién los de Don Antonio Gómez Robledo en Paris? Menos.


Así fue como la Dictadura perfecta se reconstituyó, sobre la inesperada vía del mayor empobrecimiento intelectual de México, consecuencia en parte de esa pedagogía que enaltece al bruto practico sobre el humanista y de aquí a la traición infame e innombrable de los partidos políticos no hubo que caminar mucho, en particular la del PAN, que luchó en otro tiempo, limpia y lealmente por la Democracia a la que convirtió en su bandera. De esta manera y sin el engorro de una intelectualidad critica y con la mira puesta sólo en las ventajas de una nación de silenciosos humillados, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa y los lideres de los demás partidos asesinaron a la democracia en su cuna, es decir en los partidos políticos sostenidos con el dinero del pueblo, ahí precisamente cercenaron el libre juego democrático para substituirlo por el juego de los comparsas, de los cómplices y para ello contaron con la indolencia del Instituto Federal Electoral que se hizo de la vista gorda cuando vilmente impusieron al dedazo como supremo pontífice de nuestra realidad política nacional, el presidente Calderón convirtió inesperadamente a su gobierno en una pandilla latrofacciosa con el apoyo y complicidad de las pandillas que medran en las dirigencias nacionales de los partidos y que lo hacen porque disfrutan de una maquinaria muy efectiva para manipular, premiando o castigando a los militantes que tienen que someterse a ella, como corderos que van o al cubo de agua o al cuchillo del carnicero.


El instrumento clave es la designación de candidatos, que es una maniobra ilegal en las condiciones en que se practica, pero tolerada por el silencio de las autoridades electorales y de los miembros de los partidos que tienen derecho a impugnarla, a partir de una serie de leyes amañadas que son congruentes con nuestra tradición jurídica y que permiten que todos los candidatos al congreso federal sean designados antidemocráticamente por los dirigentes de los partidos políticos, de los 2100 candidatos a diputados uninominales de 2009 solo unos 120 fueron electos democráticamente en sus partidos por sus camaradas y la proporción es igual para el caso de los senadores, logrando con ello una profunda corrupción en todos los partidos, pues los designados sólo deben acreditar servilidad y virtudes de cortesano, contrarias al espíritu propio de lo demócratas, otro tanto ocurre con los candidatos a gobernadores y presidentes municipales.


La dictadura perfecta mexicana tiene nuevos métodos y nuevas herramientas para hacer lo mismo de siempre, apuntalar a una minoría rapaz que desprecia a la democracia y que a sangre fría y por la espalda, está dispuesta a darle muerte, a impedirle que viva, a abortarla, a pisotearla, ya no es la dictadura de un partido, pues los partidos mismos han perdido significación para la democracia, es la dictadura de una minoría que impone su versión de una shigalevia de los peores, donde no caben los intelectuales por innecesarios, los demócratas por anticuados, ni los libres por molestos, es el gobierno no de los camaradas, sino de los cómplices, no de todos, sino de los cercanos, no el gobierno incluyente sino el de los incluidos, donde los meritos son no el talento, sino la vulgaridad, no la altivez sino la sumisión y la disciplina.


Para lograr esta metamorfosis que recuerda la que sufrió Gregorio Samsa y que relata Kafka, en que este asombrado sujeto se convierte de manera inesperada y sin explicación en un insecto (algunos creen que en una cucaracha) el régimen dictatorial mexicano ha colocado una enorme cantidad de dinero para que lo administren irresponsablemente los dirigentes de los partidos políticos, claro se castiga que no pidan facturas por las compras, pero se permite que la destinen a fomentar el éxito de los peores, a prostituir a nuestra nonata democracia, eso siempre y cuando exhiban las facturas respectivas, aunado a un órgano electoral integrado por depredadores hambrientos y sin vergüenza que se sienten felices con la condición de colaboradores a precio alzado y todo esto por una clase política, de acomodaticios y arrodillados, así la metamorfosis kafkiana, es una cruel realidad en el México de hoy ante la apatía generalizada del pueblo que parece feliz en su papel de lacayo.


Así vamos en la construcción diaria de nuestra “Dictadura perfecta”, cabe decir que en algún momento disfrutamos de una verdadera democracia, en las elecciones del 2000 y en las del 2006, pero así como llegó se fue volando de nuestro suelo, para ahora vivir en el peor momento de nuestro proceso dictatorial. Pues bien, ha llegado el momento de recordar y repetir a Octavio Paz en su mejor dimensión, diciendo: “La democracia no necesita alas, necesita raíces”

Agradezco de antemano la atención a la presente.

Sinceramente

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